domingo, 28 de octubre de 2012

"Calígula", teatro y ética absurda de actualidad


Cosmoarte, con Joaquín Vida en la dirección y un excelente elenco de actores, ha estrenado en el teatro de Rojas de Toledo el complejo texto de Albert Camus, Calígula, un obra viva, escrita en 1938 y estrenada en París en 1945, que mantiene la frescura de las ideas y la esencia y las circunstancias precisas para servir de provocación en un contexto social de crisis como el que ahora vivimos.

En Calígula están las claves de la poética de la filosofía existencialista de Camus, que plantea el sinsentido de la vida ante la inminencia de la muerte, lo que provoca el miedo, la angustia, la imposibilidad de ser feliz y la necesidad de rebelarse en un intento de encontrar precisamente salida a esa existencia agobiante. La circunstancia la resuelve el autor con el personaje símbolo de Calígula, que reduce la libertad a un único individuo, el que posee el poder, y a los súbditos los convierte en títeres en sus manos, y que expresa su objeto de deseo como la búsqueda de lo imposible (su primera síntesis escénica es formulada en la expresión: “Quiero la luna”). El contexto hace referencia a la situación social de una Roma en crisis, donde el control del tesoro público está muy por encima del valor las personas. Y aquí está el nudo que ata el Calígula de Camus con el presente, pues él no habla tanto del desastre del poder totalitario como de otra tiranía más insufrible, la tiranía económica. De ahí que la depravación y muerte que en la obra se relata tiene que ver con el afán recaudatorio extremo de Calígula que esquilma al pueblo ya sea por fas o por nefas.
Joaquín Vida ha respetado el texto, y su propuesta ofrece, con ese lenguaje bestial y poético que caracteriza los diálogos de Calígula, los consabidos temas universales sobre el sentido de la existencia del hombre, el amor y la fidelidad, la traición, el instinto enfrentado a la razón, la venganza, la hipocresía, la sinrazón del poder cuando se siente absoluto,  la búsqueda de lo verdadero, la carencia afectiva, el exceso del goce material y la nada. Y así mismo nos muestra, a través de una teatralidad atrevida con un sesgo de humor trivializado, la mentira simbólica de las creencias y de los mensajes vacíos de referentes.
La trama trata del joven Calígula, un emperador relativamente aceptable hasta la muerte de su hermana y amante Drusila, que ha experimentado, a partir de ésta, un cambio de cosmovisión. De pronto advierte que el mundo no es satisfactorio, que los dioses no existen, que no hay plan, ni justicia, ni valores más allá de la pura construcción de los hombres. Desde entonces, obsesionado con lo imposible y envenenado por el desprecio y el horror, trata, a través del asesinato y la perversión sistemática de todos los valores, de ejercer la libertad.
Así, en la peripecia podemos apreciar perfectamente, bien resaltado por Joaquín Vida y la propia expresión de los actores, los verdaderos ejes del teatro de Camus: el sentimiento de lo absurdo, la desesperación y el “sabor a sangre en la boca” que provoca en su inmediatez la muerte de Drusila; el razonamiento absurdo: durante tres días Calígula se ausenta del palacio y de los hombres para reelaborar en su interior la experiencia de la muerte y reflexionar; y, como conclusión, una ética absurda, pensamiento transformado en praxis, que irradiará en adelante en todas sus acciones de horror y perversión.
Lucidez, rebeldía, conciencia del límite y necesidad de vivir sin apelación, libertad de acción son conceptos que casan con este personaje dios-hombre “sujeto que lucha por su verdad”, a la manera del héroe idealista creado por Ibsen en Un enemigo del pueblo.  Pero lo cierto es que este sujeto hacedor e ideólogo se equivoca, y podemos hablar perfectamente de Calígula como héroe y antihéroe absurdo.
Teatro para reflexionar, para provocar y para enseñar deleitando, este excelente Calígula de Joaquín Vida y Cosmoarte que se ha estrenado en el Rojas de Toledo, con una escenografía funcional, unos figurines de época con la intromisión de algunos contrastes humorísticos kitsch y una, a mi modo de ver, inapropiada aparición de Calígula en calzoncillos.
La actuación de Javier Collado Goyanes (Calígula), que ha ido creciendo según avanzaba la función y siempre que expresaba las pasiones humanas más que las divinas, Alejandra Torray (Cesonia), Fernando Conde (Helicón), una presencia que ha dado vida a la escena por gesto y por contraste, Héctor Melgares (Escipión), José Hervás (Quereas) con su voz y su entonación tan perfecta para orientar la modalidad de cada mensaje, Antonio Gálvez (Lépido), César Sánchez (Senecto/Casio), Ángel García Suárez (Metelo), Xabier Olza (Mucio) y Aurora Latorre (esclava), con la visión que siempre pone Vida, ha proporcionado al público toledano más de dos horas de goce teatral.
Esta nueva propuesta escénica del ya clásico Calígula es un espectáculo muy digno y una apuesta comprometida y seria en el contexto difícil en el que se mueve el mundo del teatro en la actualidad.
           El Teatro de Rojas de Toledo ha vuelto a poner de manifiesto su responsabilidad con la cultura y su tino para programar calidad a buen precio.

jueves, 25 de octubre de 2012

España en entretelas


España está de rodillas y no atina ni con la oración ni con el Dios al que rezar. Eso que llaman “crisis” nadie acierta a definirlo. Aquí parece que alguien, desde no se sabe dónde, ha gritado: ¡sálvese quien pueda! Y todo el mundo ha echado a correr por donde menos cantos hay. El desarticule social es evidente. Cada vez votan menos y se manifiestan más. Y los que votan parece que van rezongando eso de ¡madrecita que me quede como estoy! España está de rodillas ante los propios españoles que la esquilman. Ciega, de rodillas y atontada, como absorta, viendo a los del “toma el dinero y corre” llevándoselo a espuertas, con los chinos o con sus argucias financieras. Es evidente que a los bancos, a los ricos, a los latifundistas, a los de los bolsillos de cristal y las cuentas en Suiza o las Bahamas, a los grandes, medianos e más chicos esto que por ahí fuera aún llaman España les importa un carajo. Aquí hay quien pierde y pordiosea, quien engaña, empeña y malbarata, quien quiebra y perece, y luego está el logrero de siempre que goza los pingües beneficios. España no parece un Estado sólido. España no es una nación en toda la extensión de la palabra para el conjunto de sus habitantes, o no se siente como una nación. Tampoco es un idioma. Ni siquiera es un territorio. España está quedando solo como un tópico. Esto es lo que veo desde dentro de esta piel de toro. La España que tenía su base de cohesión en las clases medias y se conformaba como una categoría pequeñoburguesa con un más propagandístico que esencial estado del bienestar, pero con un cierto bienestar, es una España en entretelas que tiende a desaparecer si no logra algún espíritu épico que la levante. Necesita ideas cimentadas en la razón y el argumento que se traduzcan en hechos y que no sean tan endebles como el manido sentido común o la relamida ilusión, es decir, se necesita una ideología común para la mayoría de la masa crítica que se sustente en hechos reales y organizaciones efectivas, eficaces y eficientes, y no en discursos evanescentes que tejan edificios sobre la inconsistencia de la nada. No soy más pesimista que Larra, pero la situación es la de un barco a la deriva y una cierta propensión a que haya un buen puñado de maletillas que digan ¡aquí estoy yo! y se lancen al ruedo a torear con una camisa y una vara por todo bagaje, sin reprimir su fiera condición, su furia y su ambición. Estamos en una España cubista que escucha la música sinfónica de los bosques sin mirar a los pájaros. ¿Y eso qué es?, me dirán los hermeneutas que leen en la superficie de la vida. Esto es España, un rostro picassiano o un guitarra de Braque. La España de la pancarta no se aúna, la mayoría silenciosa está más silente que nunca, como atrofiada por un reúma de siglos e impávida ante el vuelva usted mañana de cualquier servicio público. La España de la procesión saca pecho y a la destrucción llama “hacer lo que hay que hacer”, ¡formidable hallazgo!, ¡imponente análisis! Y yo sueño que estoy aquí de estas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi y moriría por plantarle una fresca al lucero del alba, léase a la Europa que nos subyuga y nos cornea, especialmente esos a los que les levantamos entre todos de dos guerras que perdieron bien perdidas.  Y a pesar de los pesares, no me amarro al pesimismo, pues creo en un país capaz de esfuerzos y felicidades. Claro que, para ello, casi hay que pedir un imposible: que cumpla cada español con sus deberes de buen patricio, y, en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión del desaliento, contribuyamos cada cual a las mejoras posibles y dejemos ya de pensar que los tres no son más que dos, y el que no es nada vale por tres. Y, como dice la Biblia, el que tenga oídos para oír que oiga. Pues eso.
Antonio Illán-Noticiasdigital.es

jueves, 18 de octubre de 2012

Europa que ansiosa nos devora


“Miseria y avidez, dinero y prosa, en vil mercado convertido el mundo, los arranques del alma generosa poniendo a precio inmundo, cuando tu suerte y tu esplendor preside un mercader que con su vara mide el genio y la virtud, mísera Europa, y entre el lienzo vulgar que bordó de oro muerto tu antiguo lustre y tu decoro, como a un cadáver fétido te arropa”. ¿Quién iba a decir que José de Espronceda a mediados del siglo XIX retratase tan bien esto que ahora vemos, la Europa que nos devora ansiosa de oros para sus ricos y pisoteando los derechos de quienes viven de su inteligencia y de sus brazos. “Cuando a los ojos blanqueada tumba centro es tu corazón de podredumbre, cuando la voz en ti ya no retumba, vieja Europa, del héroe ni el profeta, ni en ti refleja su encantada lumbre del audaz entusiasmo del poeta, yerta tu alma y sordos tus oídos, con prosaico afanar en tu miseria, arrastrando en el lodo tu materia, sólo abiertos al lucro tus sentidos, ¿quién te despertará? ¿qué nuevo acento, cual la trompeta del extremo día, dará a tu inerte cuerpo movimiento y entusiasmo a tu alma y lozanía?”. Si es que la historia ya nos la escribieron otros. Si es que ahora también toca gritar y luchar y pedir y denunciar y no callar y destruir la oscura mano que nos ahoga poco a poco y bajar del pedestal las mentiras que ondean como banderas y pensar y sentir que todos a una somos como Fuenteovejuna. Y con Espronceda nos podemos preguntar quienes sentimos este fuego que caldea al pueblo: “¿Qué me importa, si provoca mi voz la befa de las almas viles, morir qué importa en tan gloriosa lucha, qué importa, envidia, que tu diente afiles?”. Y en manteniendo un halo de esperanza, espero aún no gritar con este español y “numantino” aquello de “Yo cantaré: la humanidad me escucha; yo volaré donde la tumba oculta la antigua gloria y esplendor del mundo; yo con mi mano arrancaré la losa, removeré la tierra que sepulta semilla de virtud, polvo fecundo, la ceniza de un héroe generosa, y en medio el mundo, en la anchurosa plaza de la gran capital, ante los ojos de su dormida, degradada raza arrojando sus pálidos despojos, ¡oh avergonzados! gritaré a la gente. ¡Oh, de los hombres despreciable escoria, venid, doblad la envilecida frente, un cadáver no más es vuestra gloria!”. Y a todo esto, ¡Felicidades Europa! por el premio Nobel de la Paz. Aquí y ahora ya no hay seducción, hay artificio.  Todos los discursos están amenazados por esta odiosa reversibilidad que hace que sus propios signos carezcan de cualquier rastro de sentido. ¿Hay alguien que entienda algo? ¡Que lo explique! Me fascina Francia, admiro a Suiza, amo a Italia, siento a España, pero Europa ha dejado de ser la madre de todas mis madres para ser solo un mapa lleno de rayujos y un lugar donde se cuecen las perversidades. ¿Sentirme europeo? ¿Qué es eso? Europa no tiene identidad, es una suma casi de fronteras. Leed estos títulos: Europa. Una aventura inacabada, Buscando imágenes para Europa y Autorretrato a distancia. Creo que era María Zambrano la que afirmaba que ser europeo sólo significa "saber vivir en el fracaso". Pues no parece que estemos para tirar cohetes sobre el éxito de Europa, cuando en Gran Bretaña siguen queriendo plantear otro referéndum para ver qué les conviene hacer. O sea, que hay un poco de caos en este batiburrillo europeo que no es una identidad sino un “supermercado”. Pero esta reflexión a mí me ha llevado a Espronceda. Y doy gracias porque he vuelto a gozar con el “Canto a Teresa” y el “Para y óyeme ¡oh sol! yo te saludo y extático ante ti me atrevo a hablarte: ardiente como tú mi fantasía, arrebatada en ansia de admirarte intrépidas a ti sus alas guía”.
Antonio Illán-Noticiasdigital.es

domingo, 14 de octubre de 2012

Farsas y Églogas de Nao d’amores: un bocado teatral exquisito




El teatro de Ana Zamora y, por ende, el de Nao d’amores, es siempre un bocado de exquisitez cultural. Farsas y Églogas de Lucas Fernández es un espectáculo jacarandoso, festivo, a manera de juego que integra recursos textuales, musicales y escénicos y el propio público como un elemento más de la dramaturgia casi interactuando con los actores en el mismo escenario.
Ana Zamora y Nao d’amores acostumbran a ofrecernos un teatro basado en un profundo y pormenorizado estudio filológico, musicológico, folclórico y etnológico, que indaga en los pormenores del texto, en el autor que lo compuso y en la sociedad que refleja y para la que fue creado. Luego, la directora y su equipo de producción llevan a cabo el trabajo creativo exhaustivo para lograr un espectáculo dinámico, interesante, entendible y estético, que, sin perder sus raíces históricas, se adapte a los espectadores del siglo XXI.
Tuve ocasión de ver ya en su estreno, en marzo de este mismo año, la representación de estas Farsas y Églogas, coproducción de Nao d’amores con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que ahora está dirigida por otra mujer grande de la dirección escénica, Helena Pimenta. Entonces en Madrid y ahora en Toledo hemos gozado con el teatro festivo que nos ofrecen estas farsas y églogas del salmantino, sacerdote bien acomodado y catedrático de música de la Universidad, Lucas Fernández, al que podemos considerar como el último eslabón de la tradición teatral medieval, castizamente castellano y hondamente religioso, un tanto retardatario para su tiempo, si lo comparamos con su maestro ya renacentista Juan del Encina.
Estas “Farsas y églogas al modo y estilo pastoril y castellano” (Salamanca, 1514) nos mantienen la atención, además de por la dramaturgia creada por Ana Zamora, su equipo de actores y la musicóloga Alicia Lázaro, porque ha sabido equilibrar en su justo punto la interesante aportación de Lucas Fernández, que tiene que ver con el sentido cómico, las gracias populares del mundo pastoril entendido más en su rusticidad que en una fantasía bucólica, el desenfado del lenguaje salpicado de alguna que otra procacidad (bien reforzada por lo gestual) y la simpática fanfarronería de algunos personajes.
El teatro de Lucas Fernández, en buena medida, es una parodia de la realidad de su tiempo, con jocosa ironía, que toma tintes festivos y se traduce en historias entrelazadas con bailes, música y canciones. Ese divertimento, basado en el realismo de época, ha sido perfectamente trasladado a la escena por Nao d’amores, que hace un trabajo exquisito con cinco de estas pequeñas piezas de las seis (tres religiosas y tres profanas) que nos legó este autor.
Ana Zamora ha buscado la autenticidad de un teatro con quinientos años de historia y ha logrado mostrarnos la realidad de los pastores y el mundo social en el que se mueven, la naturalidad de su lengua, el verismo de sus vestidos y, sobre todo, lo auténtico de su sentir y su intensidad vital, en donde los amores, ya sean sacros ya profanos, siempre triunfan.
Al mundo zafio que nos rodea, que nos aprisiona a veces, es bueno que se asomen bocanadas de aire cultural, popular pero exquisito, como este que nos ha traído el teatro de Rojas y Nao d’amores. Un aplauso merecido.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Blowin' in the wind.


España está un poco descompuesta o lo parece. Tiene el cuerpo del Estado como quien ha comido morcilla fresca y le ha hecho daño. Se percibe una violencia ambiental, una desazón en el entorno y una especie de derrumbe y vacilación dondequiera que miro. No hay líderes que enarbolen la bandera de la idea, si acaso satrapillas de la táctica y la estrategia. Todos aprovechan la crisis para pescar en río revuelto, mientras se creen el ombligo del mundo y se ven los más guapos ante el espejo, ya lleven mantilla, ya tupé o luzcan calva, ya busquen independencias, ya saltos de la rana. La verdad es que aquí hay muchos que presumen de tacón y pisan con el contrafuerte. Unos desmantelan el estado de bienestar con una política de recortes que está destruyendo el sector productivo y destrozando a la clase media, que es el pilar básico de la democracia. Otros aprovechan las demagogias populistas para ver si suben un escalón de poder sobre la ignorancia del pueblo. La palabra crisis lo invade todo. Y nadie la define bien. Dicen que es el mercado. Pero ¿qué son los mercados? La palabra crisis ya no es un discurso, es un hecho, es gente que pasa hambre, gente que no tiene una escuela igualitaria, gente que pierde la vida en las listas de espera quirúrgicas, gente que coge el tren con la maleta al hombro a ver si encuentra algún horizonte fuera de su tierra; es gente que sufre. Los del poder no ofrecen soluciones. La oposición busca barco en el que no zozobrar y mantener el cortijillo. Vivimos en un erial de líderes. Haría falta alguno excelente, un Azaña, un Cánovas, un Felipe, para transitar un tiempo difícil, en el que la gente no vea un caudillo, sino un sentido, una idea, una inteligencia, un camino, un valor ético. Pero estamos, como dice un amigo sociólogo de los que piensan e inventa palabras clave, en la “mediocrescracia”.  Y se cobijan todos unos en otros para no perder la manta. El barómetro del CIS es un indicador de esta situación, cuando pone de manifiesto que, para los españoles, el tercer problema es “la clase política, los partidos políticos”, y cuando el 91’2 de las personas encuestadas califican la situación política general de España como “regular, mala o muy mala”. El pueblo comienza a gritar contra el poder que le impone políticas que no ha votado; y, sin embargo, no busca apoyo en una oposición en la que tampoco cree. Así están las cosas. Soy un poco descreído y, dado el ambiente del patio, no creo que surja un Espartaco, un Churchill, un Suárez o un Felipe por generación espontánea, pero estaría bien que tuviéramos a alguien como referente para organizar el caos. Me gustaría que ese alguien fuera un poco “homo económicus”, que persiga la eficacia y la eficiencia de lo material; que también se adorne con la esencia del “homo éticus”, moralmente "iluminado", y que sepa sacrificar algunas aspiraciones materiales por principios éticos, es decir, que actúe sobre la base de valores universales: la justicia o la equidad; y, por último, que no se deje llevar solo por las acciones y decisiones gobernadas por las nociones de lógica-científica o racionalidad-instrumental, y que sepa lograr el equilibrio y la armonía en sus entornos, sin renunciar a la eficacia y la eficiencia de la gestión económica y sin correr sólo tras la ciega utopía de los valores universales. El mejor, a buen seguro, sabrá mezclar inteligencia y experiencia, ideología social y sentido de lo humano. ¡Ah! Y me preguntará quien haya llegado a este punto: ¿y ese líder tan auténtico va a ser capaz de aplicar la tasa Tobin contra el sentir del capital y el mercado? Pues, como diría Bob Dylan, Blowin' in the wind.
Antonio Illán-Noticiasdigital.es

jueves, 4 de octubre de 2012

Consejos para tratar con personas tóxicas



Artículo de Patricia Ramírez en EL HUFFington Post

Hay veces que la estupidez humana no deja de sorprenderme. O la estupidez o la mala leche, que no sé qué es peor. Bueno sí, la mala leche unida a no tener dos dedos de frente.
El mundo está lleno de personas tóxicas. ¿Y quiénes son las personas tóxicas? Pues existen varias clases, desde los menos dañinos a los más malévolos:
  • Personas tóxicas pasivas: en esta categoría incluyo a los victimistas, los que echan las culpas de todo su mal a los que tienen alrededor, nunca son responsables de lo malo que les ocurre porque son los demás o las circunstancias los que provocan su malestar. Se sienten maltratados por la vida y abandonados por la suerte. Sus emociones están en manos de otros, por lo que nunca se implican ni responsabilizan para cambiarlas. Verbalizan en negativo, anticipan fracasos y se sienten unos desgraciados.
  • Personas tóxicas criticonas: viven de vivir la vida de otros, porque no les vale con la suya. Su vida es demasiado gris, aburrida o frustrante como para fijarse en ella. Así que destrozan todo lo que les rodea. No esperes palabras de orgullo hacia los demás, ni una valoración positiva. Porque el que a los demás les vaya bien, les potencia su frustración como personas. Puedes distinguirlas porque siempre tienen una crítica destructiva para los otros, los conozcan o no. Y si en algún momento dicen algo del tipo "si es verdad, está más delgada", en seguida lo adornan con un "pero se le ha quedado una nariz que parece un águila".
  • Personas tóxicas con mala idea: de estas es mejor huir, no darles ni media oportunidad. Están resentidos con la vida porque no han sido capaces de gestionar la suya. Todo lo interpretan mal, a todo el mundo le ven una mala intención, simplifican y sacan conclusiones memas de cualquier titular o comentario. Viven en un constante ataque de ira, como si el mundo estuviera en deuda con ellos. Y la mayoría son unos cobardes. Se escudan en el anonimato de las redes sociales para menospreciar a los que son capaces de superarles, a los que se esfuerzan y luchan por sobrevivir, mal que bien. Porque cada uno sobrevive como puede, con la mejor intención. Pero a ellos les supera. No soportan que otros tengan éxito, esfuerzo y fuerza de voluntad, porque éstas actitudes de superación les ningunea todavía más.
  • Los psicópatas con toda la cuerda dada: para los que no lo sepan, no hace falta matar en serie para ser un psicópata. El psicópata es aquel que inflige dolor a los demás sin sentir la menor culpabilidad, sin pasarlo mal. De estos hay muchos, muchos psicópatas de guante blanco, no de cuchillo ensangrentado. Todos los que te humillan, te faltan el respeto a propósito, te dicen que no vales, te pegan, te amenazan y provocan que te sientas ridículo y un "mierda". Sal corriendo, el que te lo hace una vez, repite. Y si te acostumbras a que te maltraten, terminarás pensando que ese es el trato que te mereces.
Cualquiera de las categorías de personas tóxicas contamina a los que tienen alrededor y transmiten continuamente energía negativa. Es un auténtico rollo tener que escuchar a personas como estas, que en lugar de alegrarte la vida, sonreírte, hacerte su compañía fácil, provocan que uno tenga ganas de salir corriendo y evite cada encuentro con ellos.
Aquí te dejo tres consejos para tratarlos:
  • Cuando un amigo te tenga "amargado" porque sólo habla de sus problemas y sus penas se convierten en el "monotema", no te pregunta por cómo te va a ti ni a los tuyos, te llama para desahogarse y además no escucha tus consejos... PÁRALO. Dile que ya basta, que tiene que tomar riendas en el asunto, que quejarse está bien para desahogarse, pero que el paso siguiente es ACTUAR. Estas personas se acostumbran a llamar la atención con sus desgracias y tienen a todo el mundo en vilo, pero luego son incapaces de responsabilizarse y actuar, porque optan por el camino fácil: LLORAR.
    Dile que estarás encantada de ayudarle siempre y cuando se movilice, pero que hasta que no tome cartas en el asunto no quieres oír ni una pena más. Y si se enfada, tiene dos problemas. Te aseguro que no le prestas ninguna ayuda si le refuerzas su conducta quejica. Seguirá siendo un parásito toda la vida.
  • No permitas que haga críticas de otras personas que no están presentes. Si lo hace con otros también lo hará contigo cuando no estés. No entres en su juego ni te identifiques con esa conducta tan fea que es criticar. Dile que no te gusta, que te parece mal hablar de los que no están, y que prefieres cambiar de tema. Si se enfada, es su problema. Es más importante ser ético y buen amigo, que evitar un conflicto con alguien tóxico. De todas formas, seguro que si no es este, encontrará otro motivo para enfadarse contigo. Es dificilísimo tenerlos contentos salvo que te sometas a todo lo que ellos quieren.
    Cuando la persona tóxica se dedique solo a hablarte de problemas, hazle reflexionar y pídele que piense en soluciones. Se gasta la misma energía y materia gris, pero mientras que la primera te consume y resta, la segunda opción aporta y suma.
  • Y por último, no permitas que nadie te falte el respeto y mucho menos te maltrate psicológica ni físicamente. Tú eres una persona digna y solo por eso mereces que te traten como una persona. No se grita, ni se pega, ni se insulta, ni se menosprecia, ni se humilla, ni se compara con nadie. Hazte valer, porque si no lo haces tú, incluso los que están alrededor pensarán que ese es tu valor, o sea cero. Planta cara, busca ayuda, ponte en tu sitio, acude a los servicios sociales o al organismo competente, pero no te arrastres. Si lo consientes una vez terminarás por normalizar este trato que recibes. Y esto es válido en el ámbito familiar, laboral y entre los amigos.
Hagamos piña entre los que nos consideramos buenas personas y personas de bien. Busquemos algo que nos identifique, como una pegatina, un lazo de algún color que sirva para distinguirnos y que sepamos quién nos va a proteger, ayudar y de quién no vamos a recibir una puñalada.
Las personas estamos para ayudarnos, somos un equipo, desde el núcleo más básico que es tu familia y tu grupo de amigos, a las grandes entidades y ONG que ayudan a los demás.
¿Y tú de qué lado estás? Yo no sé vosotros, pero yo estoy harta de este tipo de gente.
 


RIP CULTURA RIP

Un país que no tiene en buena estima su cultura y el interés por conservarla, desarrollarla, innovarla y crearla es un país de burros. Este gobierno, tan amante de los toros ¡suma expresión de la esencia patria, a la par que negocio redondo para algunos! está dando el cachetillo a la cultura de verdad, esa de la que ni se ocupa ni le preocupa.  Están ciegos de economía y con la mente embotada por el placer de su dinero y las miserias de sus bancos “aladronados”, mientras dejan anegarse lo que debiera ser la principal fuente de vida de esta nación de naciones con un patrimonio infinito, en la que los creadores han surgido a lo largo de la historia como macollas. Pero el presupuesto cultural se derrumba o lo derrumban. Saben lo que hacen. Buscan la creación de la mediocridad, algo en lo que se viene trabajando ya desde antes de las crisis. La mediocridad es la gran aspiración nacional. Aquí el saber provoca recelo ¿Con quién quiere competir un país mediocre lleno de mediocres a los que educan socialmente para ser mediocres? España que debiera tener ya en el presente y, sin duda, en el futuro un enorme potencial industrial de riqueza y trabajo en el idioma, cercena el presupuesto del Instituto Cervantes y no hace nada para crear la infraestructura, que el mundo demanda a voz en grito, de esa industria blanca y no deslocalizable que es la Lengua. Horror. Y no hablemos de teatro, ni de música, ni de ninguna excelencia. Aquí solo quieren fanfarria y ruido. ¿Acaso no vale más el Museo del Prado que todos los ejércitos juntos? Estos mercachifles de la nada nos engañan diciendo que no nos preocupemos, que la cultura y la lengua de España van a seguir llegando a todos los rincones del planeta a través de las herramientas de la sociedad de la información. De las bibliotecas ni hablo, solo lloro. Ni un euro para libros. Cuando cayó el Imperio Romano siempre se trató de salvar la cultura; aquí, que lo que cae es un castillo de naipes, hay una infame intención de arrasarla. RIP, cultura, RIP. Da la sensación de que esta política no es coyuntural. Todo poder –y en especial todo lo mediocre- recela del saber. La mediocridad puede generar bullas y algaradas, pero solo las personas que saben y los conocimientos pueden poner en jaque al sistema y darle jaque mate si es preciso. Y encima el veintiuno por ciento de IVA. ¡Cráneos privilegiados! Pongo un ejemplo para que se note la diferencia entre unas sociedades y otras: en la misma semana en la que una nueva Ley de Educación en España se carga el Bachillerato Artístico y Musical, en Suiza aprobaban en referéndum, a partir de una iniciativa popular, con un aplastante 72,7 por ciento, una modificación constitucional para reforzar la formación musical en la educación básica. Dicha modificación prevé que el gobierno federal y los cantones hagan todo lo necesario para promover la formación musical de los niños y los jóvenes tanto en el colegio o como una actividad extraescolar. En España, en cambio, todos tan contentos porque la creatividad se arrincone. Y luego querrán que compitamos e innovemos, que imaginemos e inventemos. No todos somos iguales, ni los países ni los gobiernos que los dirigen. Y España hoy, y mi tierra manchega también, es un semillero de funestos gobernantes, que disponen a su antojo de nuestra bolsa, de nuestro hogar, de nuestra libertad y de nuestra vida, y también de esa cultura de todos que quieren enterrar en el olvido. Yo no creía en el mal sino como una figura retórica. Al ver lo que pasa con la cultura, hoy siento el mal terriblemente fundido con el aire que se respira.

Artículo publicado en noticiasdigital.es